El diseño gráfico aplicado en las regiones como catalizador que fortalece y visibiliza las identidades culturales

Resumen

Entender hoy la diferencia entre ver, mirar y observar, podría parecer una cuestión tan simple u ordinaria que podría pasarse por alto, sin embargo al detenernos a realizar cualquiera de estas actividades implicaría quizás de los individuos un esfuerzo en tiempo, concentración o conocimiento, que derivado del estilo de vida actual, el exceso de información, las actividades cotidianas y la sobre estimulación visual a la cual nos encontramos expuestos, propone el reto de que al ser desarrollados los contenidos visuales éstos tengan que ser creados de manera precisa y detallada, pensados en el sujeto, en su uso, su intención, tiempo de exposición o duración.

Es por ello que el Diseño gráfico como medio de comunicación visual permite a los diseñadores generar contenido pensado desde la planificación del contenido, la cantidad y exactitud de la información que será utilizada, el tipo de lenguaje visual a utilizar y las formas o los colores que permitirán a los sujetos comprender de manera adecuada lo que ve.

El diseño gráfico pretende focalizar la atención de los receptores con la intención de mejorar día a día todos los estímulos visuales que los rodean, ya sea dentro de un cartel, un libro, una revista, un contenido digital, una señalización, una marca, un catálogo, etc. Pero, cómo es que el diseño gráfico se encuentra en todo lo que vemos. Abraham Moles y Joan Costa (1999) [1] proponen una división del espacio visual del diseño, para ello dividen en el espacio de acción de los artefactos de diseño en tres niveles: el espacio del soporte impreso, el espacio del soporte
digital y el espacio urbano, como espacios de acción de “microcomunicación”. Lo que nos lleva a comprender que el diseño se encuentra presente en todos nuestros entornos, contribuyendo y fortaleciendo a la sociedad, la cultura y el entorno, desde sus diferentes manifestaciones sociales.

“Vivimos en ciudades repletas de civigrafías, objetos gráficos que influyen en la vida ciudadana: dirigen a la personas hacia un lugar determinado , indican a un forastero sobre que debe hacer y qué no, informan sobre acontecimientos presentes y futuros” (Grisolia, 2014) [2].

La preocupación del diseñador hoy, debe centrarse en construir contenidos visuales, capaces de trascender en la historia, que fortalezcan y fomenten la identidad visual de los individuos desde su reconocimiento como sujetos pertenecientes a un entorno, poseedores de una ideología, una forma de ser y vivir, rodeados de estímulos que contribuyen a su cultura.

Debemos pensar en el diseño no solo desde la mirada de lo comercial, sino desde la perspectiva de su contribución a la sociedad y su identidad cultural, “a través del diseño estamos educando visualmente nuestra sociedad, estamos ejerciendo, desde nuestras distintas especialidades, una auténtica didáctica en tanto y en cuanto las ideas, los mensajes y el gusto están contenidos en estas creaciones, estas proposiciones que hacemos desde el diseño y desde la comunicación” (Bonsiepe, 1989) [3].